No sé si a vosotros también os pasa, pero pensar las cenas es un rollo. Llega la noche y lo que te apetece es sentarte un rato a descansar, pero las fierecillas tienen que cenar jejeje.
Recuerdo hace ya tiempo, que mi hijo vino de un cumpleaños donde les habían dado merienda cena, llegó a casa y dijo que qué había de cena, no pensé que quisiera cenar después de haber comido ya en el cumple, y le dije, «pues un vaso de leche con galletas», y me suelta, «mama eso no es cena, es desayuno», jejejeje.
Aunque a veces es lo que te apetece, acurrucarte en el sofá con un vaso de leche calentita y mojar galletitas.
La receta que traemos hoy es muy sencillita, y seguro que a vuestras fierecillas les encanta. Y así solucionamos la cena de un día, ya os traeremos más ideas de cenas sencillas.
Aquí no duraron nada, se las comieron en un periquete. Espero que las disfrutéis y que las hagáis.
Ingredientes
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Para el pan
- Para el relleno
Instrucciones
- Echamos todos los ingredientes en la amasadora, dejamos mezclando unos diez minutos.
- Pasado el tiempo ponemos la masa en un cuenco amplio, tapamos con film y dejamos en un sitio cálido sin corrientes para que leve. Como ya sabéis, yo lo dejo en el horno, lo enciendo a 45 grados, cuando está listo lo apago y meto la masa. La dejaremos una hora y media aproximadamente.
- Transcurrido el tiempo sacamos la masa, con ayuda de un rodillo la estiramos para formar un rectángulo. Echamos tomate frito y con una cuchara lo repartimos por toda la superficie. Colocamos las lonchas de jamón de york, sin llegar del todo al borde de arriba del rectángulo, encima colocamos el queso. Y ahora con cuidado enrollamos como si fuese un brazo de gitano, con cuidado de que no se salga el relleno.
- Cortamos rodajas de unos dos dedos de ancho, las ponemos en la bandeja de horno sobre papel vegetal. Las pintamos con huevo rebajado con un pelín de leche y espolvoreamos con un poco de orégano.
- Precalentamos el horno a 180 grados, y horneamos unos 20 ó 25 minutos, hasta que estén doraditas. Sacamos del horno y dejamos enfriar un pelín para no abrasarnos y listo. ¡Buen provecho!
Tienen una pinta fantástica, seguro que a los niños les ha encantado…
Sí, se los comieron en un periquete.